LOS SABORES DEL FUTURO

LOS SABORES DEL FUTURO

LOS SABORES DEL FUTURO
Las empresas que sepan comprender, como hace Viena, los entresijos del futuro, serán las que mejor se ajusten a los muchos cambios que nos esperan.
La reciente entrega de los Globos de Oro (premios al cine y la televisión que entrega la Asociación de Críticos Extranjeros de Hollywood) levantó, tal vez sin pretenderlo o precisamente para ello, una tenue polémica ajena por completo a cualquiera de las vicisitudes propias del séptimo arte. Por primera vez en un acontecimiento de este calado, se sirvió exclusivamente un menú 100% vegano para generar conciencia sobre el cambio climático. Y pese al impacto inicial, pues esa decisión se tomó a última hora y ninguno de los asistentes se lo esperaba, lo más granado del mundo del espectáculo no se quedó con hambre, ni mucho menos, y pudieron deleitarse con un menú diseñado a prueba de recelos: “Sopa de remolacha con aceite de cítricos y pistachos”, “Escalopes de hongos, risotto con repollos de Bruselas y zanahorias asadas”, y de postre, un “Mousse de chocolate vegano con avellanas caramelizadas”. Rematando la noche, uno de los ganadores (Joaquín Phoenix) aprovecho su discurso para hacerse eco de ese menú y alertar también sobre un tema que ya ocupa las agendas políticas, sociales y culturales de cualquier país civilizado que se precie de cuidar el futuro que se avecina.
 
Quizás ese auge parezca conceder al término “vegetariano” una pátina de reciente cuño, una moda o movimiento que es ahora cuando adquiere su vigencia. Nada más lejos de la realidad. Tan antiguos como el propio hombre, aquellos que prefieren alimentarse tan solo de vegetales han estado siempre presentes en el transcurso de nuestra historia. Etimológicamente la palabra "vegetariano" deriva de la palabra latina vegetus, que significa "vivaz o vigoroso", y hay testimonios de esas prácticas en la antigua India (el hinduismo es la más antigua de todas las religiones orientales y uno de los primeros partidarios del vegetarianismo) y también en la antigua Grecia.
 
La Edad Media puso algo de cerco a esas dietas, en sus reinos de hambrunas, pestes y guerras, pero durante el Renacimiento su auge no hizo sino afianzarse en las costumbres más populares. Pero alrededor del año 1840, un grupo estrechamente relacionado con la comunidad espiritual y progresista, Alcott House (Casa Alcott), cerca de Londres, acuño finalmente el término, que fue utilizado formalmente por primera vez en la reunión inaugural de la Vegetarian Society (Sociedad Vegetariana), el 30 de septiembre de 1847, en el hospital vegetariano Northwood Villa en Ramsgate, Kent, Inglaterra.
 
Aunque sus diferencias son cada vez más conocidas, hay que distinguir entre vegetarianos y veganos. Los primeros no consumen carne de animales ni mariscos, pero sí admiten productos que no causan la muerte de los mismos, como los ya citados leche, huevos o miel. Y los veganos (una denominación acuñada en 1944 por el ebanista y tallador inglés Donald Watson) no comen ningún producto animal, ni que procedan de los mismos. E incluso los hay que llegan más lejos, como los “frugivoristas”, que se alimentan únicamente de frutas.
 
Hace muchos años que Viena Capellanes ya introdujo en su oferta platos dedicados a todos aquellos que han optado por comer únicamente vegetales, y cada vez este tipo de productos se están haciendo un hueco mayor en su carta. Y no sólo por hacerse eco de las preferencias de tantos y tantos consumidores a los que les cuesta encontrar establecimientos donde lleguen alimentos que se ajusten a sus dietas. Basta mencionar que el fundador de Viena, Manuel Lence, era un vegetariano convencido, y que incluso su médico de cabecera fue Casiano Ruiz Ibarra, otro nombre lleno de mítica ligado a la historia de esta empresa. Ruiz Ibarra, nacido en Zaragoza en 1878, había sido un médico rural que pensaba que la medicina tradicional no le aportaba todas las respuestas que buscaba. Fue así como conoció (y posteriormente, estudió sin desmayo) el hipocratismo de José de Letamendi, catedrático de patología general de la Universidad de Madrid, famoso por su metodología combinada de la filología y la historia. Nada más instalarse en Madrid, Ruiz Ibarra comenzó a defender la medicina naturista. De orientación sociopolítica conservadora, activo participante en la Masonería y en la Teosofía de aquellos años, prócer del naturismo científico español, fue cofundador de la revista "Acción Naturista" y autor de libros como “Hacia la sabiduría Médica” o "Medicina Biologista". Fue tan fervoroso creyente en la dieta vegetariana, como su ilustre paciente Manuel Lence, quien en su calidad de miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Vegetariana Madrileña como podemos ver en el díptico que acompaña a este texto, hizo cuanto pudo para defender y probar los beneficios de esa alimentación. Es curioso que en el documento se muestre a las niñas de Oñate, como ejemplo de que se puede crecer perfectamente hermoso y lucir vigoroso adoptando este tipo de alimentación.
 
Y esa impronta ha continuado hasta nuestros días, en los que Viena sigue teniendo especial cuidado en siempre esté vigente una irresistible oferta para aquellos que prefieren o siguen esa dieta: bol de ensalada fresca; entrante son sushi de alga wakame; mini-burguer vegetariana con crema de piquillo y queso y fruta fresca de postre; croquetas de lenteja roja; crudités vegetales; mini pita vegetariana;  smoothie Green; bandejas de sushi vegetariano…
 
Está claro que nada nos aboca irremisiblemente a convertirnos en “vegetarianos”. Pero ya no es una cuestión de modas o caprichos. Tampoco tienen excusa los amantes de la buena cocina, si atendemos a las delicatessen que acabamos de mencionar, ni aquellos que piensan que se trata de una dieta incompleta, cuestión que se intentaba desmitificar en el díptico con las niñas de Oñate. Todos estamos bajo el mismo desamparo cuando se habla de emergencia en torno al cambio climático. Las empresas que sepan comprender, como hace Viena, los entresijos del futuro, serán las que mejor se ajusten a los muchos cambios que nos esperan.
 
 Ada Simón Ruiz
 

 

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